Clientelismo, ¿cosa de pobres?
Como casi todo en la vida, el clientelismo político
no es lo que parece. Según los estudiosos incluye dos aspectos: el intercambio,
es decir los favores que se prodigan mutuamente patrones, mediadores y
clientes; y los aspectos subjetivos, conformados por creencias, presunciones, estilos, habilidades,
repertorios y hábitos que acompañan al intercambio. Ambos son esenciales
para su existencia, coexisten y juntos conforman el fenómeno clientelar. ¿Y qué
es lo que parece?. Los estereotipos sobre el tema son fecundos. Dicen que es
sólo favores por votos, que de esas relaciones participan exclusivamente los
pobres y que es determinante a la hora de los comicios, es decir, puede por sí
solo ganar elecciones.
¿Cómo ven los diarios el fenómeno del clientelismo?.
¿Cómo lo presentan a sus lectores?. A responder dichos interrogantes nos
dedicamos en una investigación que indagó sobre la mirada que los tres grandes
diarios nacionales (Página/12, Clarín y La Nación) brindan del fenómeno clientelar. La
investigación buceó en las páginas web de los tres diarios buscando todas las
notas que lo mencionaban, durante el período 1º de julio a 31 de diciembre de
2002. De las notas halladas surgió un informe de investigación titulado “El
clientelismo, una visión desde los grandes diarios argentinos”, cuyos puntos
salientes sintetizaré en los párrafos siguientes.
En principio detectamos que los diarios no reflejan
la complejidad del fenómeno clientelar y, además, refuerzan los estereotipos
sobre el tema. Es reducido a un mero trueque, donde los políticos cambian
favores por el voto de los pobres. Nada explican de los aspectos subjetivos, ni
del instante crucial de toda relación clientelar: el momento de los
intercambios, donde patrones, mediadores y clientes, establecen relaciones que
exceden la transacción, basadas en la pertenencia común a determinadas redes de
parentesco, religión, amistad, ideológicas, étnicas, deportivas, sociales, etc.
Por otra parte los diarios argentinos ratifican que
la relación clientelar la establecen únicamente pobres y políticos. No hay
menciones al clientelismo de la clase media, ni remotamente insinúan la
posibilidad de relaciones clientelares entre gobernantes y grandes empresarios.
El clientelismo es, entonces, cosa de pobres.
Y como los pobres abundan, el clientelismo –dicen
los medios- es determinante a la hora de ganar elecciones. Los políticos
comparten esa mirada y actúan en consecuencia. No obstante, los pocos estudios
existentes sobre el clientelismo en Argentina no detectaron ese supuesto poder
decisorio en los comicios. El clientelismo es un factor más que ayuda a la hora
de captar votos, pero no el único ni el determinante, así lo afirman los
investigadores.
Una cuestión interesante es la utilización conjunta
de dos conceptos: clientelismo y corrupción. De la lectura de los diarios surge
que ambos se presentan unidos, cuando un análisis atento del fenómeno
clientelar permite establecer distinciones. En general, el clientelismo implica
alguna práctica corrupta, pero no siempre es así. Por ejemplo, en mi libro
“Votos, Chapas y Fideos” desarrollé un estudio de caso de una red que no
incluye corrupción, aunque sí desarrolla una amplia gama de prácticas
clientelares.
El clientelismo es mucho más de lo que parece. Un
fenómeno tan complejo y flexible requiere de intentos de comprensión amplios.
Seguramente tendremos más posibilidades de superarlo si lo analizamos en sus
múltiples facetas, alejándonos de estereotipos y prejuicios. La calidad de la
democracia nos agradecerá el intento.
· Autor de
“Votos, chapas y fideos: clientelismo político y ayuda social”. Editorial De la Campana. 2002.
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